¡¡ El Cine... en mayúsculas !!
15.04.2013 19:29
La otra noche fui al cine con los amigos.

Fuimos a ver una película de esas de tanta risa que hacen ahora.
Pero el cine ya no es lo que era.
Lo de películas no recomendadas para menores de una edad es subjetivo. Un niño de cinco años puede llegar a ver Rocco inmortal que la vieja que hay dando las entradas no pondrá objeción. Y menos el hombre que hay en la puerta y corta la entrada, más pendiente de si llevas una bolsa de Fritos o una Coca-cola que de cualquier otra cosa.
Puedes entrar desnudo, fumando marihuana, o con una media en la cabeza, un pasamontañas y una M-16 en el brazo derecho. Ahora que, como lleves una bolsa de Lays... macho, ahí la has liado.
Lo importante es que tú lleves la entrada. Él ni tan siquiera te mira, gira la cabeza hacia otra parte y piensa: "Yo soy el amo, si yo no corto la entrada aquí no pasa ni Dios".
Y llegas al fin a la sala en busca de un sitio. Debes tener presente que no encontrarás el sitio que deseas. Debes pensar: no seré el primero, no encontraré el asiento.
Sinceramente, yo he elaborado una tesis mediante la cual demuestro que hay gente que duerme en el cine.
¡NUNCA SE VAN!
Antes de los trailers ya están allí, después de los créditos, siguen ahí.Joder, eso sí que es sacarle provecho a la entrada.
Tal vez encuentres milagrosamente un sitio centrado y sin nadie delante, pero cuando empiezas a decirle a tu amigo: Hoy sí voy a ver bien la pe.. en ese justo instante un cabezón se sitúa justamente delante tuya. Pero no un cabezón cualquiera, un cabezón de culo inquieto y hablador. Es el típico tío que ya ha visto la película siete veces y no encuentra la posición.
¿Cómo puede moverse tanto? Es sobrehumano.
Como no se calla, lo único que se escucha en el cine son los SHHHH de los que están sentados a su alrededor. Bueno, lo de que no encuentre su posición... puede perdonarse, porque los asientos parecen estar fabricados para Willow o Galindo.
Lo único que comparten los autobuses y los cines es que en ocasiones ponen películas buenas y que los asientos son de mentira. Pero si tienes valor, atrévete a usar el reposabrazos... te encuentras con que tus amigos ya lo han ocupado y te tienes que joder.
¿Y los pies? Cuando la película lleva quince minutos ya no sabes cómo ponerlos. Al principio la idea de ponerlos en el lugar de los refrescos es aceptable pero más tarde terminas adoptando posiciones inverosímiles, sobre todo si mides más de 1´80.
Y casi sin enterarte, entre otras cosas por la conversación entre el cabezón de delante y la de al lado esperas que llegue el descanso. Pero ya no hay descanso, lo han quitado. ¿Qué será ahora de aquella célebre sintonía de MOVIRECORD?
Algunos tienen ansia por levantarse y otros se aferran al sitio como si alguien se lo pudiera quitar.
Ahora empieza la odisea de ver la película con el cabezón comiendo una montaña de palomitas. Tú intentas verla, pero realmente no es necesario; él se encarga de contar todo lo que sucede a su compañera. Suerte que no es un autobús, porque estoy seguro de que volcaría atrás el respaldo, para ponerse aún más cómodo.
Lo que decía, llega el momento clave donde nace la incertidumbre. Nadie sabe cual de los payasos es el asesino. ¿Nadie?
El cabezón de delante se encarga de destriparte el final. Así que se acaba la película y tú no te has enterado de nada. Encima tus amigos te restriegan las escenas más graciosas de la película de las cuales no te has enterado y únicamente sonríes sabiendo de sobra que no te has empapado de nada y no tienes ni idea de lo que hablan.
Te vas a cenar y tomas una decisión rotunda: La próxima película, en el autobús.